Se podría decir que fue el día que perdimos gracias a Spanair.
Llegamos a Barajas temprano y con la tarjeta de embarque ya impresa de de casa. El embarque estaba previsto para las 11:30, pero pasaba el tiempo y el embarque no se abría mientras veíamos como un técnico se metía con una escalera dentro del tren de aterrizaje delantero.
Al rato nos sueltan esto por megafonía:
El avión era un MD-80 más viejo que la tana al que por lo que nos comento el comandante se le estropeó el
"giróscopo", lo sustituyeron por otro y al chequearlo volvió a fallar. Así que se cambió -otra vez- por otro nuevo y lo volvieron a comprobar concienzudamente antes de darle el visto bueno. Mientras el turno de la tripulación caducó y tuvieron que llamar al de reserva. De ahí todo el retraso.
Antes de embarcar pedimos las hojas de reclamaciones para reclamar a la vuelta.
El vuelo afortunadamente transcurrió sin más incidentes. Pude ver por mi ventanilla Pamplona al poco de despegar y el puente del Gran Belt antes de aterrizar.
Ya en Copenhage nos toco la primera puñalada, el metro del aeropuerto hasta el centro cuesta 36DKK unos 5€.